Instantáneamente asociamos Suiza con sus buenos relojes. Nos es familiar la garantía Swiss made y hasta existe el dicho “funciona como reloj suizo” para referirse a algo que funciona a la perfección. Pues resulta que esta fama no es antojadiza; el país europeo acarrea toda una historia que le ha concedido el primer lugar en la industria relojera mundial.
¿Quieres conocer el origen de este prestigio?
Los primeros relojes reconocidamente suizos datan de inicios del siglo XVI, y eran todavía del tipo portables, no de muñeca. En estricto rigor, este modelo portable nace en Alemania, pero es en Suiza donde se perfecciona y populariza. Este reloj se ocupaba como decoración en el atuendo de la persona -si bien era muy grande para llevarlo en el bolsillo, igual se podía portar y por su altísimo precio, solo la aristocracia lo ocupaba.
La dominación suiza en la industria relojera se origina producto de las agitaciones de inicios del siglo XVI. Muchas guerras inspiradas en la religión obligaron a civiles a convertirse en refugiados a lo largo de Europa y algunos de ellos se mudaron a Suiza, especialmente Ginebra, trayendo consigo su expertise en relojería. Entre ellos, estaban los Hugonotes (protestantes franceses de doctrina calvinista) que llegaron desde Francia con su conocimiento de relojes.
Otra consecuencia de las agitaciones religiosas fue la prohibición de joyas de oro en Ginebra impuesta por los Calvinistas. Este veto llevó a los orfebres y joyeros a incursionar en la fabricación de relojes como alternativa a tener que exiliarse de la ciudad. Además, debido a las turbulencias sociales, los fabricantes se fueron a vivir a las montañas y pasaban todo el largo invierno confeccionando relojes y accesorios, lo que también cimentó la industria.
La teoría es que a los relojes se les dejó pasar por su carácter funcional (que se priorizaba sobre la ostentación) y así fue como su producción se convirtió en un lucrativo mercado para los fabricantes de joyas. A partir de entonces, la relojería suiza solo fue creciendo hasta consagrarse como la industria imbatible que conocemos hoy.
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